Febrero: mes con menos días del año, mes de corazones y regalos, mes de máscaras y disfraces, mes en el que ya hemos olvidado nuestros propósitos de cambio y renovación y, a menudo también en el olvido, mes de la campaña contra el hambre.
Las cifras nos bombardean la cabeza cuando se nos plantea el tema del hambre, millones de personas que se acuestan con hambre, millones de niños malnutridos, millones de personas sin acceso al agua potable y en el otro lado de la ecuación millones de toneladas de comida que se tiran a diario. La solución parece evidente; sin embargo, poco o nada cambia cada año.
Ante cifras tan abrumadoras y casi intangibles, a menudo no nos queda otra que encogernos, hacernos pequeños y lamentar con impotencia nuestra incapacidad. Este febrero te invito a que aceptes tu pequeñez pero a que no te pares ahí, sino a que sumes tu grano de arena, a que rompas con el individualismo y el consumismo fomentando un modelo de vida que proteja la Creación y busque el bien común de la sociedad. Te invito a pequeños e incomprendidos gestos: sé agradecido, recicla, no desperdicies, pausa tu ritmo de vida, comparte, consume alimentos del Comercio Justo, evita usar el coche… Estos comportamientos diarios que buscan la justicia social y el amor comunitario, pueden parecer pequeñeces a años luz de las cifras que buscamos reparar; sin embargo, este estilo de vida ejerce una sana presión social que fomenta el cambio a nuestro alrededor y más allá.
Como nos dice Manos Unidas en su campaña de este año: “el mundo no necesita más comida, necesita gente comprometida”. En un mundo en el que se produce más del doble de lo necesario para alimentar a toda la población, no necesitamos aumentar la producción. Necesitamos gente comprometida, necesitamos gente con hambre y sed de justicia, necesitamos valientes que se muevan por el corazón, necesitamos defensores del bien común, necesitamos cuidadores del planeta, necesitamos corazones generosos, te necesitamos a ti.
CSP
Photo credit: Myprofe via Foter.com / CC BY-NC-SA
Bonita reflexión para aplicarnos el cuento, por lo menos yo. Gracias
Toda la razón Isabel, que sepamos aplicarnos el cuento.