Dios nos quiere a todos por igual y desea que sus hijos e hijas vivan felices en el mundo que él les ha regalado, pero es cierto que en la actualidad vivimos en un mundo de desigualdades creadas por el ser humano, en el que pocas personas prestan atención al motivo de nuestra existencia, la vida. Sin darnos a penas cuenta, hemos creado una fuerte barrera con la que muchas personas chocan y algunos, pocos, se permiten dudar de su existencia; mientras el resto dormidos, lo descartan sin pensárselo dos veces.
Siempre se habla de la misma clase de desigualdad, pero hay un tipo entre todos las que existen, que a veces olvidamos. Puede que incluso cuando la tengamos delante de nuestros propios ojos seamos incapaces de apreciarla.
A menudo vemos la situación de desigualdad que viven las mujeres, pero por alguna razón que desconozco, pocas veces prestamos atención y cuando no podemos desviar la atención de lo que estamos viendo, no siempre sabemos cómo actuar o no tenemos el valor suficiente para pasar a la acción.
En cierto modo, quizá se pueda decir que tenemos suerte. Nos encontramos en el primer mes de un nuevo año y una nueva oportunidad se presenta ante nosotros para caer en la cuenta de todas las injusticias furtivas que vagan por nuestra vida, ocultas por un pesado manto de tradiciones, silencios, secretos, miradas hacia otro lado y pensamientos equívocos, pasando desapercibidos en el cada día y en nuestras mentes civilizadas.
Por desgracia, vivimos situaciones en las que no se toma en serio a ciertas personas, no se le da importancia a grandes ideas con una procedencia determinada, no se valoran actos dignos de ser admirados, ni se apoyan movimientos que buscan justicia. Sin embargo, aunque parezca increíble, esas personas, esas ideas, hoy en día serían capaces de hacer que muchas cosas cambien.
Ser mujer lo cambia todo, y Dios nunca pierde la esperanza en nosotros, Él siempre está con los que sufren, con las víctimas de la desigualdad, con los que nadan contracorriente, luchan por la igualdad y actúan desde el corazón.
Cuando el mundo nos lleva la contraria y todos nuestros planes son inundados por la oscuridad, Dios arroja un resplandeciente rayo de esperanza que nos permite ver que no estamos solos, sólo tenemos que prestar atención a nuestro alrededor y ver sus infinitas señales.
Dios te ama, Él siempre te acompaña y defiende contigo la igualdad.
C. R. O.